"¡Imagínate trescientos sesenta millones de almas sin Dios y sin esperanza en la China! ¡Parece increíble que 12 millones de personas mueran cada año sin ningún consuelo del evangelio! Casi nadie le da importancia a la China donde habita cerca de la cuarta parte de la raza humana...Ora por mí, querida Amelia, pidiéndole al Señor que me dé más de la mente de Cristo... Yo oro en el almacén, en la caballeriza, en cualquier lugar donde puedo estar solo con Dios. Y él me concede momentos gloriosos... No es justo esperar que V...(la novia de Hudson) vaya conmigo para morir en el extranjero. Siento profundamente dejarla, pero mi Padre sabe lo que es mejor para mí y no me negará nada que sea bueno..."Fue el 1 de marzo de 1854 que Hudson Taylor a la edad de 21 años, logró desembarcar en Shangai y escribió:
"No puedo describir lo que sentí al pisar tierra. me parecía que el corazón me iba a estallar dentro del pecho; las lágrimas de gratitud y gozo me corrían por el rostro."Durante los primeros tres meses que pasó en la China, distribuyó mil ochocientos nuevos Testamentos y Evangelios y más de dos mil libros. Durante el año de 1855 hizo ocho viajes, uno de ellos de 300 kilómetros, subiendo por el río Yangtsé. En otro viaje visitó cincuenta y una ciudades en las que nunca antes se había oído el mensaje del evangelio.
A fin de ganar más almas para Cristo, a pesar de las censuras de los demás misioneros, adoptó el hábito de vestirse igual que los chinos. Se rasuró la cabeza por el frente dejando el resto del cabello que formase una larga trenza. El pantalón, que tenía mas de medio metro de holgura, lo aseguraba conforme era la costumbre con un cinturón. Las medias eran de algodón blanco, el calzado de satén. el manto que le colgaba de los hombros, le sobresalía de la punta de los dedos de las manos mas de sesenta centímetros.
El 20 de enero de 1858, Hudson Taylor se casó con María Dyer, una misionera de talento en la China. Las privaciones y las obligaciones del servicio en Sahngai, Ningpo y otros lugares fueron tales, que Hudson Taylor, antes de completar seis años en la China, se vio obligado a volver a Inglaterra para recuperar su salud. Para él fue casi como una sentencia de muerte cuando los médicos le dijeron que nunca mas debía volver a la China.
No obstante, el hecho de que perecían un millón de almas todos los meses era una realidad para Hudson Taylor; así pues al regresar a Inglaterra inició de inmediato, con su espíritu indómito, la tarea de preparar un himnario, así como la revisión del Nuevo Testamento para los nuevos convertidos que había dejado en China. Continuaba usando su típico traje y trabajaba con el mapa de China en la pared.
Faltan días para contar toda la experiencia de Hudson Taylor, solo voy a terminar diciendo que usó cinco años traduciendo el Nuevo Testamento al dialecto Ningpo. En su muerte en 1905, habían 205 estaciones con 899 misioneros y 125.000 cristianos chinos en la misión interior de China.
Biografía de Hudson Taylor
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