


También pedimos al Señor por otros misioneros que estaban pasando por dificultades en nuestro país. Y finalmente le rogamos al Señor que no dejara que esa llama que ardía en nuestros corazones se extinguiera, sino que creciera.
Era temprano, iba a ser el día cuando contaríamos a los niños que Jesús resucitó. Era un sábado glorioso. Y a cada miembro del equipo, nos regalaron una tarjeta, con unas palabras hermosas y alentadoras. Eso es lo que quiero contarte hoy, mejor dicho lo que voy a escribirte hoy. Contiene unas palabras escritas por Floyd McClung:
"Si tenemos pasión de evangelista,
somos las personas más peligrosas del planeta.
El mundo no gobierna ya nuestro corazón.
Ya no nos seduce el obtener y ganar,
sino el propagar y proclamar la Gloria de Dios
en las naciones.
Vivimos como peregrinos, libres de las
preocupaciones del mundo.
No tenemos miedo a perder.
Nos atrevemos incluso a creer que se nos ha dado
el privilegio de morir para dar a
conocer su fama por toda la tierra.
Las pasiones del Padre,
se han convertido en las nuestras.
Nuestra satisfacción y significado
residen en Él.
Creemos que Él está siempre
con nosotros hasta el final.
Nuestro mayor sueño es que su nombre
sea alabado en lenguas jamás escuchadas.
Nuestra recompensa es la mirada llena
de puro deleite que esperamos ver
en Sus ojos cuando estemos a Sus pies.
Señor, ¡cuánto me falta para llenar estas ropas de siervo! Quiero vivir lo que dice allí aunque tu llamado para mi vida sea quedarme con mis bellos alumnos de la clase de Primarios e Intermedios de mi Iglesia.
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