Le fue asignado el trabajo de manejar las finanzas del grupo y él era quien cargaba la bolsa con el dinero. Cuando Jesús predicaba y enseñaba, Judas I. estaba presente. Cuando Jesús envió a los 12 discípulos junto a otros 72 a predicar de dos en dos y entre ellos iba Judas I. El presenció todos los milagros, vio todas las sanidades, celebraba la pascua como los demás. Estuvo presente en todas las invitaciones y las resurrecciones. Fue invitado donde Jesús iba y comió como uno más.
Esa noche, cuando Jesús cenó por ultima vez con los 12, Judas I. estaba allí, así que cuando Jesús lavó los pies a sus discípulos, los pies de Judas también fueron lavados.
Lee conmigo lo que ocurrió como lo cuenta Lucas en el capítulo 22:2-6, 47 "Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo hacer que lo mataran, porque temían al pueblo. Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era uno de los doce, y él fue y habló con los principales sacerdotes y magistrados, de cómo se lo entregaría. Y se alegraron, y acordaron darle plata. Y él se comprometió, y buscaba ocasión para entregárselo a espaldas de la turba." "Estando Él aún hablando, he aquí una turba, y el llamado Judas, uno de los doce, los precedía, y se acercó a Jesús para besarlo."
No sé si alguien ha tenido tan buenas oportunidades como Judas para haberse arrepentido. Pero no lo hizo. Se parecía a ellos, comía con ellos, escuchaba lo mismo que los demás, paso los mismos tres años junto con el grupo. Cada vez que Jesús enseñaba, Judas escuchaba lo que Él decía, pero él nunca fue salvo.
Satanás entró en él. ¿Y entonces no era culpa de Judas I. sino de Satanás? Con su traición se cumplían las Escrituras. ¿Entonces sólo cumplía con lo decretado por Dios?
Mira el versículo 22 del mismo capítulo 22: "Porque en verdad, el Hijo del Hombre va según está determinado, pero ¡ay de aquel hombre por medio del cual es entregado!"
Creo que es tiempo de que traigas a tu mente tu vida, consideres tu situación delante del Señor y te examines a ti mismo para ver si estás en la fe. Este es el primer paso para que puedas enseñar el evangelio a otros: que tú mismo puedas ver la obra redentora de Jesús en tu propia vida. No puedes dar lo que no tienes. ¡Examínate por favor, maestro de la Biblia!
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